Xoel, Jennie, Guille y Dani se lanzaron esta semana a una de esas locuras que solo unos pocos entienden: el Raid Gallaecia, una carrera de aventura de más de 450 km por las tierras de O Ribeiro y Xerês (en Portugal), sin pausas, sin GPS (para ellos, aunque sí para el seguimiento), y con todo tipo de terrenos y disciplinas —trekking, BTT, kayak y orientación con mapa y brújula

Empezaron con buen ritmo, bien colocados desde el principio, alcanzando la segunda posición al caer la primera noche, y tomando decisiones inteligentes sobre el terreno. En este tipo de pruebas, no se trata solo de correr o pedalear: hay que saber elegir el camino, dormir lo justo y confiar en el equipo.

Como era de esperar, no todo fue sobre ruedas (aunque algunas secciones sí). Tras la sección 7, el cansancio empezó a pasar factura. Jennie tuvo que recibir atención en los pies, y el equipo entero empezaba a notarlo. Los pies en malas condiciones fueron el enemigo principal, lo que les hizo perder algo de ritmo y caer del segundo al cuarto puesto durante la segunda jornada. Pero lo importante: nunca se descolgaron del grupo de cabeza.
En lugar de forzar, decidieron descansar unas cinco horas en la segunda y otras tantas en la tercera noche, lo que es casi lujo en una ARWS. Esa apuesta por recuperar bien dio resultado: llegaron fuertes a la sección 8, y ahí volaron. Aprovecharon la energía para recuperar terreno y mantenerse firmes hasta el final.

Con más de tres días de carrera a cuestas, el cuerpo pedía tregua, pero la cabeza —y el equipo— seguían tirando. Cruzaron la meta tras 3 días y 18 horas de aventura, en una magnífica cuarta posición, unas 16 horas después de los merecidos ganadores, el Endurance. Por delante solo los polacos del RaidAR y el Keltoi. Llegaron agotados pero enteros, con los pies, destrozados y las caras radiantes. El equipo, más fuerte que nunca. Y sobre todo, con una gestión impecable, manteniéndose lúcidos, sólidos y sincronizados durante toda la prueba. De hecho, hubo tramos en los que fueron pegados a los mejores, y aunque aún hay margen de mejora (sobre todo en bici), el ritmo ya roza el de los grandes del circuito internacional.
Cada uno brilló a su manera. Jennie demostró una fortaleza fuera de serie, con un potencial increible. Xoel sigue creciendo raid tras raid, y hoy por hoy podría estar en cualquier equipo top del mundo. Dani fue ese compañero que sostiene al grupo cuando más falta hace, creando una coraza mental que los mantuvo unidos incluso en los peores momentos. Y Guille, a pesar de que su cuerpo pide descanso, volvió a ilusionarse con un deporte que lo castiga, pero también lo hace soñar.

La carrera fue dura, muy dura. Demasiado, quizá. Algunas noticias de última hora empañaron el momento de cruzar la meta y recordaron que este deporte, aunque apasionante, también puede pasar factura. Pero incluso con eso, el equipo se queda con lo bueno: haber estado en la pelea, haber aprendido, haber compartido algo único.
Una vez más, demostraron que lo suyo no es solo competir, sino disfrutar de la aventura, del equipo y de cada kilómetro salvaje. Ahora tocan duchas, curas y descanso… pero ya sabemos cómo va esto: el cuerpo se queja, pero la cabeza ya está soñando con la siguiente.